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Codemotionoctubre 24, 2025 6 min read

La caída de Juicero: el exprimidor de alta tecnología sobrevalorado

Historias
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En los últimos años, el mundo tecnológico ha visto su parte de innovaciones revolucionarias, pero también un buen número de fracasos espectaculares. Uno de los más notorios es Juicero, una startup con sede en California fundada en 2013 por Doug Evans. ¿Su objetivo? Cambiar la manera en que la gente hace jugo fresco en casa.

Si Juicero se convirtió en un símbolo de la “sobrediseñación tecnológica”, entonces también es justo mencionar otro fracaso famoso de Silicon Valley: Theranos. Fundada por Elizabeth Holmes, Theranos prometía revolucionar los análisis de sangre, pero más tarde se descubrió que era un fraude a gran escala. Aunque ambas compañías operaban en industrias diferentes, compartían un hilo común: la búsqueda de la “innovación a cualquier costo”, incluso cuando la necesidad de esa innovación era cuestionable y la tecnología detrás de ella no estaba a la altura.

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El exprimidor Juicero

El producto principal de Juicero, el Juicero Press, era una máquina elegante y de alta tecnología diseñada para exprimir jugo de bolsas preempaquetadas. Estas bolsas, producidas exclusivamente por Juicero, contenían frutas y verduras recién cortadas. El proceso debía ser simple: insertar la bolsa, presionar un botón y, en minutos, tener un jugo fresco y natural — sin ensuciar, sin complicaciones, sin esfuerzo.

El concepto fue un éxito en Silicon Valley, donde el Juicero Press a menudo era llamado “el Nespresso del jugo”. La promesa era clara: una experiencia de jugo fácil, limpia y completamente automatizada. Así como Nespresso había hecho que preparar café fuera simple y elegante, Juicero buscaba hacer lo mismo con el jugo fresco.

Pero Juicero no solo buscaba facilitar el jugo: quería crear una nueva necesidad en el consumidor. Antes de Juicero, hacer jugo fresco se consideraba un proceso algo desordenado, pero manejable. La gente no lo veía necesariamente como un “problema” que necesitara solución. Pero la máquina de marketing de Juicero trabajó a tiempo completo para convencer a los consumidores de que necesitaban una forma más simple, higiénica y “moderna” de hacer jugo, presentando el Juicero Press como una herramienta esencial para un estilo de vida saludable y tecnológico.

El argumento funcionó, al menos por un tiempo. Los inversionistas adoraron la idea y Silicon Valley invirtió más de 120 millones de dólares en Juicero, con el respaldo de nombres importantes como GV (Google Ventures) y Kleiner Perkins.

Cuando el Juicero Press se lanzó en marzo de 2016, tenía un precio de 699 dólares, lo que sorprendió a muchos para un electrodoméstico de cocina. En enero de 2017, con ventas por debajo de lo esperado, el precio se redujo a 399 dólares, pero incluso así no se logró un crecimiento significativo.

La tecnología detrás del bombo publicitario

En teoría, el Juicero Press era una maravilla de precisión mecánica. Estaba diseñado para aplicar una presión enorme y exprimir el jugo de las bolsas preempaquetadas. La máquina tenía piezas de alta precisión, sensores de seguridad e incluso conexión Wi-Fi.

Una de las características más promocionadas era su potencia de prensado. Según Doug Evans, el Juicero Press podía aplicar suficiente fuerza para “levantar dos Teslas”. Esta afirmación se repitió en numerosos medios como símbolo de la fuerza y sofisticación de la máquina. Aunque era impresionante desde un punto de vista de ingeniería, al final resultó ser más un truco de marketing que una necesidad práctica.

La conectividad Wi-Fi también llamó la atención. La máquina podía recibir actualizaciones de firmware y escanear códigos QR en las bolsas de jugo para verificar su frescura y autenticidad. El objetivo era asegurar que solo se usaran bolsas frescas y compatibles. Pero esta función tuvo el efecto contrario: críticos y clientes cuestionaron la necesidad de Wi-Fi en un exprimidor, preguntándose sarcásticamente: “¿Realmente necesito Wi-Fi para exprimir una bolsa de jugo?”

Luego estaba la complejidad mecánica del dispositivo. Juicero era mucho más complicado que un exprimidor de cítricos o una licuadora normal. Sus materiales de marketing enfatizaban la ingeniería de precisión industrial de la máquina, comparándola con maquinaria de instalaciones de producción a gran escala. Esto ayudaba a posicionar el Juicero Press como un gadget de lujo y alta tecnología, pero en realidad, pese a toda su sofisticación, su función principal seguía siendo exprimir una bolsa de jugo.

El bombazo de Bloomberg: ¿por qué comprarlo si puedes exprimirlo a mano?

En abril de 2017, el destino de Juicero quedó sellado por un informe de Bloomberg. En un artículo que pasó a la historia, los periodistas revelaron que el Juicero Press era, bueno… completamente innecesario.

El informe mostró que las bolsas preempaquetadas podían exprimirse a mano con la misma facilidad que la máquina de 699 dólares. De hecho, la cantidad de jugo obtenida a mano era prácticamente idéntica a la producida por la máquina.

Esta revelación puso en duda la razón misma de la existencia del Juicero Press. ¿Por qué gastar 699 dólares (o incluso 399) en una máquina cuando puedes exprimir la bolsa con tus manos? Los videos e imágenes de Bloomberg mostrando empleados exprimiendo las bolsas manualmente se volvieron virales, generando una ola de burlas en internet.

La reacción fue feroz. Consumidores, entusiastas de la tecnología y críticos se burlaron de Juicero por su absurdidad. Memes, parodias y chistes inundaron las redes sociales, y Juicero rápidamente se convirtió en un símbolo de todo lo que estaba mal con la mentalidad de “tecnología por la tecnología” de Silicon Valley.

Respuesta de Juicero: modo control de daños

Juicero intentó contener el daño. La empresa ofreció reembolsos completos a los clientes insatisfechos, en un intento de salvar su imagen y recuperar la confianza. Doug Evans y el equipo de Juicero defendieron el elevado precio de la máquina, argumentando que ofrecía mejor higiene, una experiencia más limpia y evitaba tocar el contenido de las bolsas.

Pero fue demasiado poco y demasiado tarde. La idea de que los clientes habían pagado 699 dólares por un exprimidor de bolsas ya había calado hondo. Ninguna campaña de relaciones públicas pudo revertir esa percepción.

El fin de Juicero

En septiembre de 2017, pocos meses después del informe de Bloomberg, Juicero anunció su cierre definitivo. La empresa cesó la producción del Juicero Press y comenzó a buscar compradores para su tecnología patentada y propiedad intelectual.

Esto marcó el colapso total del proyecto, que había comenzado con la meta de “revolucionar la industria del jugo”. A pesar de haber recaudado más de 120 millones de dólares de inversionistas, Juicero no logró demostrar que su producto valiera su precio ni que pudiera generar ingresos sostenibles.

Lecciones de Juicero: ¿qué salió mal?

La historia de Juicero es un ejemplo clásico de “advertencia” para startups e innovadores. Resalta los riesgos de intentar resolver un problema que realmente no existe.

¿El mayor error? Juicero intentó crear una necesidad donde no la había. Presentaron el Juicero Press como un símbolo de salud, limpieza y vida moderna. Por un tiempo, funcionó. A los inversionistas les encantó. Pero cuando Bloomberg expuso el “truco de exprimir a mano”, la ilusión se derrumbó.

Juicero a menudo se cita junto a Theranos como un ejemplo de sobrediseño y promesas exageradas. La historia demuestra que “más tecnología” no siempre significa “mejor tecnología”. Si el problema principal se puede resolver con tus propias manos, probablemente no necesitas un gadget de 699 dólares para hacerlo.

Hoy, Juicero se recuerda como uno de los fracasos tecnológicos más icónicos de Silicon Valley. Pero para muchos, también es una oportunidad de aprendizaje: un recordatorio de que incluso con 120 millones de dólares de financiación, una mala idea sigue siendo una mala idea.

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Tags:Theranos

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