Quien, como yo, pasa muchas horas en línea, no puede no haber visto nunca este título asociado a la venta de cursos de programación. Se trata de un título al borde del clickbait, que intenta convencer a las personas de que, incluso después de los cuarenta, es posible iniciarse fácilmente en el mundo de la programación. El propósito es claro: dado que la carrera de un programador normalmente comienza muy temprano, se quiere ampliar la audiencia tomando un grupo de personas que ya creían que no podían hacerlo o que quizás no tienen un trabajo que los satisfaga y quieren hacer algo más: buscan la clásica reubicación profesional.
La realidad
La razón de esta tendencia reside en la creciente demanda de profesionales en el sector de la programación, donde actualmente es difícil encontrar individuos con las habilidades necesarias para satisfacer la demanda del mercado.
Aunque es loable que se intente enseñar programación también a personas que no tienen conocimientos previos, no comparto la manera en que se quiere transmitir este concepto.
Que quede claro, siempre estoy a favor de los cursos de programación y veo con buenos ojos a quien quiere esforzarse y cambiar una situación que no le satisface, pero estoy en contra de los mensajes que inducen a pensar que algo que requiere tiempo y dedicación de repente se vuelva accesible para todos.
Esa frase en mi cabeza suena como un «Conviértete en cirujano después de los 40 años» o «Conviértete en abogado después de los 40 años». No es que no sea posible, pero es difícil, mucho más difícil que a los veinte, especialmente si en la vida se ha hecho todo lo contrario.
Creo que cada individuo tiene el derecho de elegir su propio camino en la vida: uno puede despertarse un día y decidir que la programación es su futuro, así como un programador puede decidir convertirse en un criador de vacas.
Intentemos, sin embargo, traer un poco de realidad a esta frase e imaginar qué sucederá al final del curso que te convertirá en programador, independientemente de la calidad de la enseñanza y de las capacidades personales.
Inevitablemente, será necesario buscar un empleo ya que intentar la suerte como freelance sin contactos y experiencia podría ser una perspectiva bastante frustrante.
Una vez encontrada una empresa que esté dispuesta a invertir en ti, podría haber una serie de sesgos que podrían cambiar la manera en que los potenciales empleadores se acercan a ti. El primero de estos sesgos es sin duda la edad.
Sesgos de edad
Intentemos considerar dos escenarios para simplificar el razonamiento:
Si tienes 20 años y te adentras en el mundo de la programación, después de haber hecho un curso o un camino universitario, las expectativas sobre ti serán indulgentes. La falta de experiencia se perdona normalmente y se espera un gran deseo de aprender. Si la empresa cree realmente en la formación, no es inusual tener también un mentor dispuesto a ayudarte en tu camino de crecimiento profesional.
Por otro lado, si tienes 40 años, las expectativas hacia ti son mayores y podría haber muchos sesgos que se anteponen a tu preparación. Sesgos de edad, sesgos relacionados con tu situación familiar, sesgos sobre tus límites de aprendizaje en comparación con los chicos de veinte años: rápidos para programar y con mucho más tiempo disponible.
Estas discrepancias de expectativas representan un aspecto crucial a considerar y para el cual es necesario prepararse mentalmente.
Es necesario estar muy motivado si se quiere seguir este camino que, aunque no es imposible, al principio puede ser realmente duro y esto puede llevar a desarrollar una profunda frustración. Es importante tener en cuenta estos aspectos y no desanimarse por las dificultades iniciales, porque solo con el tiempo se lograrán demostrar las propias capacidades y hacer valer la propia experiencia.
En definitiva, no existe una regla fija, pero es fundamental ser consciente de estas dinámicas para evitar subestimar los desafíos que podrían presentarse después de completar el curso y durante la búsqueda de empleo en el sector de la programación.
Sin duda, uno de los factores que puede derribar o al menos mitigar cualquier preconcepto, es demostrar que se está muy motivado, no solo en palabras, sino también con acciones tangibles. Ser activo en plataformas como GitHub, participar en eventos del sector y colaborar en proyectos de código abierto son todos elementos que demuestran un compromiso concreto y una pasión por la programación.
Estos «pequeños fragmentos» no solo testimonian el deseo de aprender y de ponerse a prueba, sino que también pueden revelar un talento latente que comienza a explotar en ese momento, contribuyendo a reforzar la credibilidad y el atractivo a los ojos de los posibles empleadores.
La propuesta formativa
Quisiera ahora detenerme también en otro aspecto que emerge leyendo con más atención algunas propuestas formativas, ya que he encontrado algo que me ha dejado perplejo y que me ha impulsado a escribir este artículo.
Un comentario recurrente, que se encuentra en diversas formas bajo este tipo de trayectorias y que quisiera mencionar como ejemplo, es el siguiente:
«Nosotros enseñamos cómo convertirse en un arquitecto de software, de manera constante… para no tener que hacer pasantías».
El inicio de estos cursos es a menudo enfocado en «programadores cuarentones» y, con igual frecuencia, intenta vender el concepto de que las personas se convertirán en «arquitectos de software sin pasantía».
Puedo comprender el deseo de ofrecer cursos a personas que aspiran a convertirse en programadores, y reconozco la existencia de un mercado en el que buscar potenciales talentos. Sin embargo, quedo perplejo ante el mensaje que se quiere transmitir, según el cual convertirse en arquitectos de software después de un curso no requeriría pasantía.
Es importante subrayar que la experiencia es fundamental para desarrollar una comprensión precisa del diseño de software funcional, capaz de satisfacer las necesidades de los clientes y de los usuarios.
Las prácricas implican cometer errores, aprender de ellos y enfrentar desafíos prácticos en diferentes proyectos. Significa tomar decisiones difíciles, a veces en contraste con las mejores prácticas, porque el contexto o las necesidades del proyecto lo requieren.
Cortar camino trae el riesgo de producir proyectos que, aunque puedan parecer bien realizados, no logran traducirse en soluciones viables debido a problemas como costos, rendimiento, tiempos o simplemente falta de experiencia.
Si después de completar un curso y obtener el título de «arquitecto de software», te preguntas por qué no puedes encontrar trabajo, la respuesta es simplemente la falta de experiencia. Ningún curso puede reemplazar la práctica y el aprendizaje que esta conlleva: la mera participación en un curso no te hace un programador profesional o un arquitecto de software.
Como lo ha dicho alguien que ha tecleado más veces que yo: «No hay un atajo para convertirse en un programador profesional. Es necesario enfrentar desafíos reales y aprender de los errores en el camino.» («The Pragmatic Programmer: Your Journey to Mastery«). Esta frase captura de manera excelente el concepto de que la programación es una habilidad que puede ser enseñada, pero es solo a través de la práctica que se puede aspirar a convertirse en verdaderos profesionales.
Para elevar el nivel, cuando hablamos de la figura del arquitecto de software, nos enfrentamos a un discurso diferente.
Ser un arquitecto de software no es algo que se improvise; requiere años de experiencia y práctica. Se trata de un trabajo que involucra la estructura completa de una empresa y puede decretar su fracaso o éxito según cómo se aborde el trabajo. Aunque un curso de formación puede ser útil y profundo, no puede reemplazar la experiencia adquirida con el tiempo y siempre proporcionará una visión parcial del trabajo de un arquitecto de software.
Otro aspecto importante es no confundir las figuras de «programador» y «arquitecto de software»: son dos roles distintos, cada uno con sus propias competencias y experiencias. Ser un buen programador no implica necesariamente ser un buen arquitecto de software y viceversa. Sin embargo, es innegable que tener un trasfondo como programador puede ser ventajoso para aspirar a convertirse en un buen arquitecto de software.
Podemos hacer un paralelo con el mundo del fútbol: muchos entrenadores exitosos han tenido una carrera como futbolistas y han vivido en primera persona las dinámicas del juego. Al mismo tiempo, hay casos de jugadores que, impulsados por la prisa de convertirse en entrenadores, han quemado etapas sin tener la experiencia adecuada, poniéndose al frente de equipos importantes y comprometiendo su credibilidad y carrera.
Mientras que la práctica es fundamental para convertirse en buenos programadores, convertirse en un arquitecto de software requiere una profunda experiencia y comprensión del sector que solo el tiempo puede proporcionar. Por lo tanto, es necesario ser consciente de los caminos y los tiempos necesarios para alcanzar los objetivos profesionales deseados.
Conclusiones
Cualquiera puede convertirse en programador, a cualquier edad, pero es importante ser consciente de los desafíos y expectativas que surgirán en el camino.
Cuanto más tarde comiences, más difícil será, pero no imposible. La pasión y la dedicación pueden ayudar a superar las dificultades iniciales y demostrar su valor en el sector de la programación.
Después de algunos años de experiencia profesional, comprenderás cuán fundamental es enfrentar la fase de aprendizaje práctico y cuán ilusorio es creer que un curso puede reemplazar la importancia del «aprendizaje» en el sector de la programación.
La práctica y la experiencia en el campo son pilares indispensables para una carrera exitosa en programación. Aunque los cursos pueden proporcionar una base teórica sólida, es solo a través del trabajo práctico y la investigación continua que realmente se puede adquirir la competencia y el dominio necesarios. Por lo tanto, es esencial reconocer la importancia del «aprendizaje» y mantener expectativas realistas sobre los caminos de formación y desarrollo profesional en el sector de la programación.
«He hecho el curso, pero si no lo practico, lo olvido»: se convertirá en una frase que escucharás a menudo y que te hará reflexionar sobre las verdaderas competencias adquiridas.