
🧭 Introducción
Cada cierto tiempo, mi bandeja de entrada revive un déjà vu: otro correo más con el ya clásico “[Nombre de la empresa] funciona mejor en la app”.
Y no lo dudo. No lo dudé la primera vez, ni la vez número 492 en que me lo recordaron. Ni lo confirmo ni lo niego: simplemente no me importa.
Y eso debería haber quedado claro después de ignorar el décimo correo.
Esto no va de rechazar la tecnología o resistirse al cambio. Va de experiencia de usuario en apps y de respetar el contexto de uso.
📱 Notificaciones: el enemigo silencioso
Vivimos en un mundo hiperconectado donde cada aplicación compite por una parte de nuestra atención.
El resultado es un sobrecargamiento cognitivo que afecta nuestra capacidad de concentrarnos y desconectar.
Según estudios internacionales:
- 1 de cada 3 personas revisa el móvil en los primeros cinco minutos del día (Deloitte).
- El usuario promedio revisa su teléfono 58 veces al día, 30 de ellas durante el trabajo (Vox/Recode).
- Las notificaciones frecuentes se asocian con más estrés y menor productividad (American Psychological Association).
Y esta presión no viene solo de las apps de trabajo: también de bancos, redes sociales, programas de fidelización o plataformas de entretenimiento.
Todas quieren tu atención.
⚙️ Actividad en segundo plano: lo que el usuario no ve
Además del impacto psicológico, existe un coste técnico y energético.
Muchas apps permanecen activas aunque no se estén usando:
- Sincronizan datos constantemente.
- Mantienen servicios para enviar notificaciones.
- Se conectan a servidores incluso en reposo.
Esto provoca un mayor consumo de batería, uso innecesario de datos móviles y, en ocasiones, un rendimiento más lento del dispositivo.
Y todo por una promesa vaga: que “funciona mejor en la app”.
🧭 Abandono de apps: cuando la experiencia no compensa
El resultado más visible de esta estrategia es el abandono masivo de aplicaciones.
- El 49% de las apps se desinstalan en las primeras 24 horas.
- Más del 60% desaparecen en menos de 30 días.
Las razones más comunes:
- Exceso de notificaciones.
- Onboarding forzado o invasivo.
- Poco valor percibido frente al coste de mantenerla instalada.
Cuando una app no respeta el tiempo o las preferencias del usuario, este responde: la elimina.
🧩 La experiencia de usuario en apps debe servir al usuario, no a los KPIs
Impulsar la descarga de una app sin ofrecer una experiencia claramente diferenciada y relevante es una estrategia miope.
Desde la perspectiva de la experiencia de usuario, debemos hacernos preguntas clave:
- ¿Qué valor real aporta la app frente a la versión web?
- ¿Resuelve un problema del usuario o solo mejora una métrica interna?
- ¿Podemos ofrecer valor sin invadir su espacio personal?
El diseño centrado en las personas no se limita a la interfaz.
También incluye el canal, el momento y la frecuencia con los que decidimos comunicarnos.
Diseñar una buena experiencia de usuario en apps implica pensar más allá del producto y poner en el centro a quien la utiliza.
💬 Reflexión final
Quizá sea cierto: “funciona mejor en la app”.
Pero si la persona usuaria no lo ha pedido, no lo necesita o no percibe la diferencia, no le importará.
Insistir sin escuchar solo genera rechazo.
Una estrategia de producto sólida no empuja: invita.
Y si tu app es realmente buena, la experiencia hablará por sí sola.