En el ecosistema tecnológico español, hay nombres que suenan porque siempre están allí ldonde pasan cosas. Jorge Hidalgo es uno de ellos. Ingeniero, mentor y apasionado de la comunidad, lleva años colaborando con iniciativas como Málaga JUG, Málaga AI o GitHub Community Spain, además de ayudar en la organización de OpenSouthCode. También colabora como ambassador y miembro del program committee de Codemotion Madrid. Como podéis ver, no para.
“Al final no dejas de ser parte de algo más grande”, dice. “Cada comunidad, cada charla, cada meetup es una oportunidad de aprender y de conectar con otras personas”.
Un ingeniero de comunidades
Su historia con las comunidades tecnológicas comenzó en Málaga, su ciudad, donde la curiosidad por aprender se mezcló pronto con la necesidad de compartir.
“Empecé asistiendo a eventos y, sin darme cuenta, terminé ayudando con lo que hacía falta: mover cajas, poner pegatinas, presentar a alguien o dar la bienvenida al público”, recuerda entre risas. “En un evento nunca sabes qué vas a tener que hacer, así que hay que ir con la mente abierta y ganas de echar una mano”.
Esa actitud le ha acompañado desde entonces, tanto en OpenSouthCode, donde forma parte de la organización, como en Codemotion, donde ha vivido el proceso desde dentro como miembro del Program Committee. Para él, la esencia de una comunidad está en esa ayuda espontánea, en esa sensación de “cada uno encuentra su camino como buenamente puede”.
Málaga y el pulso de las comunidades locales
Desde su perspectiva, el panorama andaluz de comunidades vive un momento interesante, con muchísima actividad lo que supone todo un reto para los que están impulsándolo.
“Pasa un poco lo mismo que en todas las ciudades, grandes o pequeñas: hay poca gente involucrada en la organización y eso sobrecarga”, explica. “A veces te gustaría hacer más eventos, pero no te da la vida”.
Aun así, destaca la vitalidad de la escena malagueña: “La gente de WordPress, el grupo de Flutter, Málaga-AI, el Google Developer Group… hay mucha actividad. Otros, como el JUG, van más despacio, pero si alguien más se animara, podríamos hacer muchas más cosas”.
Para Jorge, lo importante es encontrar ese punto de conexión con lo que te gusta: “Si te apasiona un lenguaje o una plataforma, busca a la gente que está ahí y pregunta cómo puedes ayudar”.
Quitarse el complejo del “hermano pequeño”
Una de las lecciones que le ha marcado llegó al comparar lo que ocurre en España con lo que veía en comunidades internacionales.
“Durante mucho tiempo me acomplejaba tener un meetup con veinte personas”, confiesa. “Pero luego hablas con gente de Nueva York o de Londres, y te cuentan que también tienen eventos así. No pasa nada. Es perfectamente normal. Nosotros pensamos que fuera todo brilla más, pero no es así”.
Esa comparación le ayudó a quitarse lo que él llama “el complejo del hermano pequeño”: entender que la calidad de una comunidad no se mide por el número de asistentes, sino por las conexiones que genera.
Conferencias: el valor de lo presencial
Jorge lo tiene claro: donde se vive de verdad la magia de la comunidad es en persona.
“Intento seguir eventos online, pero me cuesta. En casa sigues con llamadas, correos, distracciones… desconectas”, reconoce. “Cuando vas presencialmente, ya vas predispuesto: liberas el día, te desplazas, te metes en el ambiente. Y lo que pasa allí no ocurre en una pantalla”.
Para él, el valor está tanto en el contenido como en lo que sucede fuera de las salas: “Los pasillos, las conversaciones espontáneas, hablar con el speaker después de su charla… todo eso es parte de la experiencia. Son esos momentos los que crean comunidad”.
Hace una analogía con el trabajo remoto: “Cuando trabajas desde casa, todo se agenda. No hay conversaciones casuales. En persona surgen cosas espontáneas, se hace incluso terapia de grupo. Somos seres sociales; necesitamos el contacto”.
Por eso: “Si tengo que poner mi voto en un platillo, siempre será por vernos, por disfrutar de los eventos en persona, de las cañas después y de todo lo que forma parte de esa experiencia”.
Charlas que dejan huella
Después de años asistiendo a conferencias, hay momentos que guarda con especial cariño.
“Recuerdo una charla de Patrick Debois, una de las referencias mundiales en DevOps. Yo ya conocía su trabajo, pero poder escucharle en persona me hizo muchísima ilusión y poder hablar con él aunque fueran unos minutos no tiene precio”, cuenta. “A veces no vas solo por aprender algo nuevo, sino por ver a alguien que te ha inspirado durante años”.
Más allá de los nombres, lo que más valora son las charlas que cuentan experiencias reales: “No el típico tutorial o el product pitch, sino cuando alguien te dice ‘esto hicimos en nuestro equipo, esto aprendimos, esto falló’. Esas historias son las que más valor tienen”.
Le gusta especialmente cuando un ponente logra que el público se reconozca en su historia: “Te reafirman, te hacen sentir que no estás solo en tu viaje”.
Aprender y mantenerse al día
Aunque no le faltan proyectos, Jorge sigue siendo un aprendiz constante. Últimamente ha encontrado en BlueSky una nueva forma de mantenerse conectado con la comunidad.
“Acabé cansado de Twitter”, confiesa. “En BlueSky descubrí los ‘starter packs’, listas de cuentas organizadas por temas. Con un clic puedes seguir a cientos de personas que hablan de lo que te interesa: Java, Python, comunidades… y se genera un feed muy bueno, curado por la propia comunidad”.
Gracias a eso, dice, ha redescubierto la parte positiva de las redes: “Es como reconstruir una red desde cero, pero con ayuda de otras comunidades”.
Entre los contenidos que sigue menciona el JVM Weekly o las newsletters de observabilidad de Michael Hausenblas, pero insiste: “Más que un nombre, lo importante es tener curiosidad y rodearte de gente que comparte lo que aprende”.
Dentro del comité de programa: el trabajo invisible
Jorge conoce bien lo que hay detrás de un evento como Codemotion. Desde 2023 forma parte del Program Committee, el equipo que revisa, selecciona y equilibra las charlas que formarán parte de la conferencia.
“Cuando asistes a un evento, parece que todo sucede por arte de magia. Pero detrás hay un trabajo enorme”, asegura.
Explica que el proceso empieza mucho antes de revisar propuestas: “Cuando lanzas el Call for Papers, tienes que moverlo, hablar con gente, animarles a presentar. Si no haces esa labor previa, puede que te falte contenido o que no encaje con lo que busca la conferencia”.
También destaca la importancia de la claridad en la comunicación: “Si esperas charlas senior, dilo. Si el evento acepta inglés y español, dilo también. Si no, te encuentras con muchas propuestas buenas, pero que no encajan en el objetivo del evento”.
Para él, la diversidad y la pluralidad de miradas dentro del comité son fundamentales: “Todos tenemos trabajos, lo hacemos de forma voluntaria, así que cuanto más nutrido el grupo, mejor. Si alguien no puede, otro cubre. Y además, eso nos da distintos puntos de vista para construir un programa equilibrado”.
El momento más emocionante, confiesa, llega al final: “Cuando das al ‘publish’ y ves la parrilla completa. Te preguntas: ¿habremos acertado? ¿Qué pensará la gente? Es una sensación especial cada año”.
Cerrar el círculo
Después de tantos años participando en comunidades y conferencias, Jorge lo tiene claro: el sentido de todo esto va mucho más allá de lo técnico.
“Organizar eventos o formar parte de un comité no va solo de revisar charlas o montar meetups; va de generar conexiones humanas”, afirma. “Las comunidades funcionan cuando la gente siente que pertenece a algo, cuando se crea ese espacio donde puedes aprender, aportar y disfrutar. Lo demás viene solo”.



