De un tiempo a esta parte, los perfiles de “infraestructura” o de “sistemas” han adquirido esas comillas que antes no tenían porque de puertas para fuera cada vez queda menos claro qué hacemos y cómo nos diferenciamos de aquel perfil único de Sysadmin que existía en el sector antes. La gente sabe que nos dedicamos a “infraestructura” pero no solo a eso, que somos “de sistemas” pero tampoco ya nos limitamos a ellos al menos en el sentido estricto de la palabra. ¿Qué ha pasado entonces?
El perfil de Sysadmin ha sufrido una evolución extraordinaria a lo largo de los últimos años (el mayor cambio que ha habido en cuanto a roles Tech, según mi opinión) y la pandemia no hizo más que acelerar este proceso. Pero ¿en qué punto estamos ahora? ¿Por qué hay tantos títulos que aparentemente hablan de un mismo perfil? ¿Qué tienes que saber para dedicarte a lo que nos estamos dedicando? Vayamos por partes.
Antes todo esto era campo
Hace tiempo, cuando los dinosaurios poblaban la tierra y no existía la nube pública, existían los SysAdmins, aquellas personas que no desarrollaban nada, “no picaban código” y se dedicaban a mantener el correcto funcionamiento de los servidores de la empresa. Una labor poco agradecida, invisible y muchas veces mucho más compleja de lo que sus sueldos denotaban.
Las cosas estaban bastante claras: DevOps todavía no había llegado a nuestras vidas, los silos estaban a la orden del día y la gente de sistemas solía estar en el lado feo de la historia porque sus intereses (la estabilidad de una infraestructura, la seguridad etc) iban directamente en contra de los intereses de los equipos de desarrollo y producto que querían sacar más código con más frecuencia. Código, que todo sea dicho, corría sobre servidores físicos y que no permitían delegar nada de su gestión para aliviar el trabajo de los equipos de sistemas.
Aquello básicamente era una carrera contra el tiempo y las necesidades del negocio. Los Sysadmins tenían que mantener, mejorar, actualizar, escalar y responsabilizarse de una infraestructura que tenía una cantidad abrumadora de piezas (de las cuales todas podían fallar en algún momento u otro), mientras el resto de la empresa introducía más y más entropía en la ecuación tanto desde el lado de los usuarios internos como del lado de producto y los usuarios finales. Los Sysadmins, por lo tanto, eran esas criaturas gruñonas que a diferencia de los demás equipos trabajaban con la urgencia de los demás y tenían que arreglar cosas mientras el mundo ardía a su alrededor.
Como cabría esperar, poco a poco, quedó evidente que el crecimiento del sector hizo que esta forma de desarrollar software se hiciera cada vez más insostenible y paulatinamente surgieron más y más herramientas que fueron cambiando nuestra forma de trabajar y, sobre todo, de gestionar la infraestructura sobre la que corría nuestro software.
Abstraer para no ahogarse
Antes incluso de que la filosofía DevOps hiciera su aparición (acuñada en 2009 por Patrick Debois), Google se dió cuenta de que la brecha entre desarrollo y sistemas estaba generando problemas cada vez más serios. En 2003 Ben Traynor creó el equipo de Site Reliability Engineering: reclutó a desarrolladores y les enseñó sistemas en un intento de crear perfiles más transversales y más conscientes de todo el proceso de desarrollo de software en su integridad, adelantándose así a lo que DevOps quiso hacer más adelante eliminando los silos de conocimiento y los cuellos de botella.
Al mismo tiempo, las herramientas que se estaban usando en el sector también intentaban aportar mayor abstracción de las capas bajas de la gestión de los sistemas. Aparecieron herramientas como Ansible y Terraform para la infraestructura como código, surgieron los contenedores que permitían alejarnos cada vez más de aquellos servidores monolíticos que tenían un tremendo “blast radius” en caso de que algo saliese mal…y finalmente hizo su aparición la nube pública.
AWS fue la primera empresa en entrar en el terreno del juego pero poco después la siguieron tanto Google como Microsoft. De repente, ya no teníamos que gestionar un servidor físico al que poníamos nombres y apellidos y ocuparnos de mimarlo, actualizarlo, arreglarlo…También vimos que no hacía falta escalar nuestras aplicaciones en vertical cuando necesitábamos mayor desempeño: el combo de contenedores y escalado horizontal que nos ofrecía la nube hacía posible que esos procesos fuesen infinitamente menos dolorosos y, sobre todo, rápidos.
De esta manera el perfil de Sysadmin poco a poco, y cada vez a mayor velocidad, iba evolucionando hacia un rol mucho más híbrido, con mayor capacidad de decisión y, gracias a la automatización, con mayor márgen de maniobra al estar un poco menos abrumado con todas las labores de gestión y mantenimiento que tenía que desempeñar en el día a día. Nuestro primer intento fue acuñar el rol de DevOps (error del que no puedo dejar de lamentarme) animados quizá por la brutal difusión de la filosofía DevOps y las ventajas que estaba ofreciendo. Sin embargo, de un tiempo para acá, aceptamos que efectivamente no era buena idea mezclar la filosofía con el rol y la nomenclatura se ha ido haciendo cada vez más confusa.
Hoy en día los perfiles DevOps conviven con los SRE, Cloud Engineers, Platform Engineers, Infrastructure Engineers, SysAdmins y un largo etcétera y todavía no hemos sido capaces de cortar ese chorreo de nombres y títulos para definirnos. Sin embargo todos estos perfiles comparten casi la totalidad de conocimientos core (algo que hablaremos en un futuro post) que se les piden y lxs que llevamos un tiempo en el sector hemos aprendido a obviar este batiburrillo de títulos y centrarnos en lo importante.
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El punto de no retorno
La pandemia marcó un antes y un después para los perfiles de sistemas. Como ya te he comentado, llevábamos ya varios años intentando dignificar este rol pero nada fue tan efectivo como el remoto forzoso que tuvo que sufrir todo el mundo en 2020.
Las empresas tuvieron que irse a trabajar en remoto y no solo llevarse a sus empleados sino también plantear sus infraestructuras desde un punto de vista diferente. La nube pública cobró una importancia brutal en este proceso pero también lo hicieron los casi siempre olvidados SysAdmins. El mundo tech se dio cuenta de que no sólo importa el código que desarrollas y los datos con los que trabajas sino también las bases sobre las que cimientas toda tu aplicación. De repente, hizo falta muchísima gente de sistemas para migrar, mantener y mejorar esos sistemas para adaptarse a la nueva realidad.
Hoy en día, cada vez más perfiles de sistemas trabajan de forma transversal con las empresas e incluso se integran en equipos de desarrollo según las necesidades del producto, para poder garantizar el correcto funcionamiento de todas sus piezas.
Muchos de los que antaño se llamaban SysAdmins han ido evolucionando sus conocimientos, aprendiendo a medida que iban apareciendo nuevas formas de “hacer infra” y pasando a llamarse SRE o Ingenierxs de nube. El boom no solo ha venido de la mano con una importante dignificación de estos perfiles sino también con una reseñable mejora de condiciones laborales y sueldos. Las empresas cada vez saben más que necesitan un/a buen/a SRE, cuanto antes mejor, que se trata de perfiles clave para la empresa ya que trabajan de forma transversal con todos los demás y pueden marcar la diferencia entre que tu empresa escale de forma espectacular y pueda sostener ese crecimiento con seguridad o que se hunda.
2024
Y así es como entramos en 2024: los Sysadmins siguen existiendo porque, como en natural, todavía existe una cantidad abrumadora de infraestructuras legacy que hay que seguir manteniendo pero muchos de ellos también han ido evolucionando y cambiando su perfil para adaptarse a las nuevas tecnologías que (por mucho que nos quejemos a veces) nos han facilitado mucho la vida como profesionales.
Al margen de la evolución de perfiles de sistemas hay un importante número de profesionales que también llega a puestos como SRE desde el desarrollo. Al tener una labor tan transversal y los conocimientos de muchas áreas a la vez, es de esperar que nadie de nosotrxs maneje todas ellas al mismo nivel. Este es uno de los mayores retos de trabajar como SRE en la actualidad: la carga cognitiva es bestial. Ninguna empresa es igual a otra, ninguna infra es igual a otra y tampoco lo es el estado en el que encuentras esa infra cuando empiezas a trabajar en un proyecto. Se trata en esencia de profesionales con una gran capacidad de aprendizaje, vengan de donde vengan, algo que puedo confirmar personalmente porque tengo la suerte de conocer a unxs cuantxs.
De lo que te he contado aquí puedes intuir que la evolución de nuestro sector le ha venido muy bien a los roles de sistemas. Es un rol que cada vez tiene más demanda y que resulta cada vez más crítico no solo en empresas gigantes sino también para startups que quieren empezar y establecer unas buenas bases de crecimiento.
No tengo muy claro si en algún momento nos pondremos de acuerdo en cómo llamar este tipo de perfiles, ni tampoco qué herramientas se pondrán de moda próximamente pero lo que sí que tengo claro es que estamos aquí para quedarnos.
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